El 85% de los jóvenes menores de 30 años no puede emanciparse, la cifra más baja desde 2006

ByRedacción

12 de agosto de 2025 ,

El segundo semestre de 2024 ha consolidado la tendencia negativa en la emancipación juvenil, situando a la juventud española en un escenario crítico: ocho de cada diez menores de 30 años siguen viviendo con sus padres. La principal causa es el precio inasumible de la vivienda. Según el último Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), solo el 15,2% de las personas de entre 16 y 29 años reside fuera del hogar familiar, el peor dato para un segundo semestre desde 2006, año en que comenzaron los registros oficiales.

Por comunidades autónomas, Madrid registra la mayor tasa de emancipación juvenil, con un 17,9%, seguida de cerca por Catalunya (17,6%). No obstante, esta última ha sufrido un notable retroceso respecto al anterior informe del CJE: 3,8 puntos menos, la mayor caída de toda España junto con Canarias, donde el descenso ha sido de 4,6 puntos. En 2023, Catalunya lideraba la clasificación con un 20,6%, frente a la media nacional del 17%.

Galicia y Cantabria son las únicas autonomías en las que ha aumentado —aunque tímidamente, en torno a medio punto porcentual— el porcentaje de jóvenes que viven de forma independiente. En el extremo opuesto, las tasas más bajas de emancipación se dan en Castilla-La Mancha (10,6%) y Andalucía (12%).

La tasa de emancipación, que el Consejo de la Juventud de España (CJE) mide semestralmente, ha mostrado una tendencia decreciente desde 2007, justo antes de la gran recesión de 2008. Durante este periodo, solo se observaron leves incrementos tras la pandemia, en 2021 y 2022, pero nunca se acercaron al 26% de jóvenes emancipados que se registraba en 2007.

Presentado esta mañana, el informe del Consejo de la Juventud de España (CJE) destaca que la tasa de paro juvenil ha caído al 19% a finales de 2024, el nivel más bajo desde 2007. No obstante, la precariedad laboral sigue siendo una realidad evidente.

El 26% de los jóvenes con empleo tiene contratos a tiempo parcial, una situación que afecta más a las mujeres (casi un 34%) que a los hombres (20%). Además, el 30% de la población joven está en riesgo de pobreza o exclusión social, situándose como el segundo grupo más vulnerable tras la infancia.

Esta precariedad también afecta a quienes tienen trabajo: más del 18% de los jóvenes ocupados vive en situación de pobreza.

En cualquier caso, la dificultad para construir un proyecto de vida independiente no se debe solo a la precariedad laboral, sino principalmente a los elevados precios de la vivienda. El salario neto mensual promedio es de 1.170,54 euros, una cifra que queda por debajo de los gastos necesarios para emanciparse, que incluyen 119,24 euros en suministros y alrededor de 1.080 euros en alquiler.

«La situación de la juventud empeora porque la vivienda se ha convertido en un negocio del que solo unas pocas personas se lucran. La conclusión es que no somos ciudadanas ni ciudadanos de pleno derecho», afirma el informe. Solo a partir de los 30-34 años comienza a aumentar la tasa de emancipación, que alcanza casi el 70 %.

Para la mayoría de los jóvenes entre 16 y 29 años —la franja que define el concepto de juventud según acuerdos internacionales— alquilar una vivienda es un sueño inalcanzable, incluso contando con empleo. Más de siete de cada diez siguen viviendo con sus padres pese a tener trabajo.

El precio medio del alquiler ha llegado a un máximo histórico de 1.080 euros al mes, lo que implica que un joven asalariado debe destinar el 92,3% de su sueldo para pagar una vivienda en solitario. El estudio del CJE señala que este desequilibrio se agrava debido a que los precios suben mucho más rápido que los salarios, consolidando así a la llamada ‘generación inquilina’.

Casi el 58% de los jóvenes emancipados vive de alquiler y, de ellos, casi un tercio comparte piso para poder asumir los gastos. Solo el 19% de quienes han conseguido independizarse pueden permitirse vivir solos.

Comprar una vivienda sigue siendo una quimera para los jóvenes. El precio medio de venta, 197.210 euros, equivale a 14 años de salario, mientras que la entrada necesaria, 59.163 euros, representa cuatro años completos de sueldo. Esta barrera económica, sumada a la precariedad laboral, retrasa la independencia residencial y alarga la permanencia en el hogar familiar.

Aunque la tasa de paro juvenil ha descendido al 19% a finales de 2024, su impacto no es uniforme: quienes solo tienen estudios básicos enfrentan un desempleo del 42%, frente al 13% de quienes cuentan con formación superior.

El informe vuelve a desmontar el mito de los “ninis”, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. En España, el 17 % de los jóvenes de entre 18 y 24 años ni estudian ni trabajan, según el estudio “Education at a Glance” (Panorama de la Educación) de la OCDE de 2023. Sin embargo, más de la mitad de ellos están activamente buscando empleo sin éxito.

Este colectivo, frecuentemente estigmatizado, presenta no solo menores tasas de empleo y salarios más bajos, sino también niveles más bajos de salud mental y mayores riesgos de exclusión social.

En contraste, existe un grupo en aumento llamado “sisi”, jóvenes que sí estudian y sí trabajan. Según los datos del Consejo de la Juventud de España (CJE), el 35,5% de los jóvenes combina trabajo y estudios, cifra que ha crecido un punto porcentual en el último año.

Los “ninis”, de acuerdo con el CJE, representan apenas el 2,2% de los jóvenes españoles (76.199 personas a finales de 2024). La diferencia con la cifra de la OCDE radica en que esta última incluye también a quienes están buscando empleo, pero no trabajan ni estudian.